El 2016 viví 9 meses fuera de Chile, 7 de ellos en Corea, haciendo un intercambio de mi MBA. Comencé este blog para contar la aventura coreana, en un momento decidí salir más y escribir menos, y ahora comenzaré a ponerme al día poco a poco, a tono con la contingencia, partiendo por la visita a la DMZ (Zona «desmilitarizada» entre Corea del Sur y Corea del Norte).
Además de los alumnos de intercambio como nosotros, en mi MBA hay varios alumnos extranjeros, con los que forjamos una buena relación (hay cosas difíciles en este mundo y entablar una amistad con un coreano si no manejas el idioma). Uno de ellos, con buenas conexiones diplomáticas, nos invitó a un grupo a recorrer la DMZ y por supuesto, dijimos que sí.
Si alguna vez van a Seúl, hagan el ejercicio (que yo no hice hasta ese momento) de ver un mapa … Seúl está realmente cerca de la frontera con Corea del Norte. No toma más de una hora llegar a la Joint Security Area, que administra la DMZ (Demilitarized zone), en un camino por la orilla del río Han, que a medida que se acerca a Corea del Norte se va poblando de casetas de control a la orilla del río, cercos con alambre de púa y vallas que impiden que los vehículos tomen velocidad.
Una vez allá, luego de pasar un control de seguridad, nos recibió un militar estadounidense, que nos llevó a una pequeña sala de conferencias donde nos hicieron una charla mitad histórica mitad logística, sobre el funcionamiento del área. Junto a la sala de conferencia hay ua pequeña exhibición con fotos y registros de la zona, como del tristemente célebre a nivel local «axe incident» o incidente del hacha, en el que dos militares estadounidenses murieron cuando estaban supervisando a un grupo que talaba un árbol, para mejorar así su visión hacia Corea del Norte, ante lo cual fueron atacados sorpresivamente.
Dados los vínculos diplomáticos, el militar que nos recibió era un alto cargo en la zona, y nos compartió mucho de su experiencia personal. Por ejemplo él era el encargado de la comunicación con Corea del Norte, generalmente a viva voz en la frontera cerca de las «freedom houses», donde se da cuenta de novedades en caso de haber. Nos contó que hace unos años efectivamente era un diálogo, pero que desde hace un tiempo ya era solo un monólogo, con el que seguía cumpliendo porque es uno de los protocolos establecidos en el armisticio (nota histórica: Corea del Norte y Corea del Sur no han firmado la paz luego de la Guerra de Corea, están bajo la figura del armisticio o paz momentánea, o sea, técnicamente siguen en guerra).
Desde ahí tuvimos el recorrido típico e ideal, con un guía privilegiado: fuimos a las «freedom houses», una de las postales más famosas de la DMZ. Estas casas fueron enviadas a construir por uno de los dueños de una chaebol coreana, esos grandes conglomerados industriales de origen familiar, quien venía de Corea del Norte y quedó separado de su familia tras la guerra. Las creó pensando en que fueran un punto de reunión neutral para familias separadas como la suya, pero la tensión política impidió que este propósito se cumpliera, quedando prácticamente abandonadas y como punto de visita obligado para turistas. Estas casas están justo sobre la frontera, pudiendo «cruzar» a Corea del Norte por dentro de ellas. Guardias desde el lado Norte observan con binoculares a los asistentes a estas casas, y en ocasiones se acercan a las casas y les toman fotografías a los visitantes por las ventanas, cosa que los guardias del lado sur -miembros de una fuerza de elite del ejército coreano- tratan de impedir bloqueando la visión desde dentro.



Luego de las freedom houses, seguimos el recorrido por distintos hitos de la DMZ, como el «bridge of no return», o el puente sin retorno, que se usó para el intercambio de prisioneros durante la Guerra de Corea, donde una vez que decidían volver o cruzar al otro lado, ya no podían volver. Cerca de este puente tuvo lugar el incidente del hacha.
Desde allí también se observa una de las ciudades fantasma con que Corea del Norte intentaba mostrar prosperidad y atraer a ciudadanos a su lado, con una bandera gigante y edificios pintados (disculpen la suciedad en mi lente).
Luego el recorrido sigue hacia el área más turística, donde está el Tercer Túnel (el tercer de cuatro túneles descubiertos, excavados desde Corea del Norte para tratar de llegar a Seúl), un museo y un puesto de observación, todo esto cerca de la última estación de tren con que cuenta Corea del Sur.
Durante todo nuestro recorrido, nuestro anfitrión portaba un radio por el que recibía constantemente comunicación. Al llegar al museo, esta comunicación se hizo más continua y demandante, hasta que se tuvo que excusar porque un incidente demandaba su presencia. Esa es la tensión latente que se respira en la zona.
El Tercer Túnel está adecuado como museo y se puede recorrer. Es un largo trecho, en un túnel cada vez más angosto y caluroso -aunque no al punto de los túneles vietnamitas- donde un guía explica la historia de este y otros túneles, cómo fueron descubiertos, la mayoría de las veces por datos de desertores. Hace años que no se descubren nuevos túneles, pese a la exploración constante de la zona.
Luego del Tercer Túnel, vamos al Observatorio Dora, donde están dispuestos una serie de binoculares para observar hacia Corea del Norte. Desde allí se alcanza a vislumbrar el desocupado complejo industrial de Kaesong, ubicado en la DMZ, uno de los proyectos en pro de la reunificación, donde empresarios surcoreanos empleaban a norcoreanos para manufactura. Sin embargo, luego de las pruebas nucleares realizadas por el régimen de Kim Jong Un durante 2015 y 2016, en febrero de 2016 este centro fue clausurado y cesaron sus operaciones, y la colaboración industrial entre los dos países.
Algo que llama la atención es la frondosa vegetación que se puede observar. Según los guías militares, que la zona desmilitarizada esté prácticamente despoblada, pero fuertemente vigilada, la ha convertido en un excelente ecosistema para la flora y fauna local, permitiendo el desarrollo de pequeños osos y otras especies (como se puede ver en esta nota de National Geographic, o en este video del canal coreano KBS).
Ese 29 de abril de 2016, a mitad de mi estadía en Corea, sentí cuán frágil era la paz en el país que vivía, el que frente a las amenazas constantes del líder del país vecino, prefiere cambiar el canal de TV. Al día siguiente de aterrizar en Corea, el 5 de enero de 2016, Corea del Norte aseguró haber realizado su primera prueba con bomba de hidrógeno. Desde ahí hasta julio, me deben haber tocado 3 ó 4 incidentes, incluyendo un temblor provocado por supuestas pruebas nucleares. Entre los primeros trámites al llegar estuvo registrarme con la embajada, y estar siempre al tanto de las noticias, por mi interés periodístico y para calmar a mi familia. Este año, la combinación de Kim Jong Un y Donald Trump ha hecho la situación mucho más inestable. Los coreanos han vivido por siglos, quizás milenios, como el «jamón del sándwich» entre potencias, ya sea Japón y China, Rusia y EE.UU, ahora Corea del Norte y el resto del mundo. Y si bien ansían la reunificación, también saben que de ocurrir, tendría un gran costo económico para su desarrollo. A estas alturas, solo queda observar que le deparará la historia a esta esforzada región de Asia.